El olivo

May 21, 2010

Regreso a ese tiempo pasado,  allí entre valles y templos, donde todo guarda al misterio, desde allí resurgen tus ojos, tus labios, y tus manos.

Tus manos que tomé entre las mias, tus manos que sentí cálidas y fuertes, aprisionando mi vida.. tus manos que me tocaron y amaron, tus manos que me atraparon y me dejaron por siempre presa en tus huellas, en tus yemas, en tu dermis.

Amado mio, como se puede volver en el tiempo y sentir que somos Uno, que vibramos juntos, que nada es más fuerte que ése sentir, que Dios nos acerca y nos deja ir?

Cómo no encontrarte en la memoria, en esa memoria que me llega y me hace pertenecer a tí, en esa memoria que me acerca a tí, cada día, cada minuto más.

En esa memoria que encuentro en letras como éstas y que no me  había percatado de ellas hasta ahora, en ésta noche.

» Estábamos quietos y sin embargo
La distancia y sus encantos
No nos fueron ajenos,
Porque nuestros sueños eran tan vivos
Que todo latía a nuestro alcance…»

«Porque nuestros sueños eran tan vivos, que todo latía a nuestro alcance», una expresión que todo lo encierra, que todo lo condensa, y es tanto el sentimiento, que se me forma un nudo en el pecho, un nudo que se hace de lágrimas contenidas, de esas que salen de letras que se instalan en mis sienes, golpeando sin misericordia el sentimiento.

«…y que nos mezcla
dulcemente
en un espacio y un tiempo
que ambos conocemos.»

Un espacio del cual venimos que se convierte en ese eterno retorno, ese tiempo cíclico que como Uróboros, se muerde la cola.

Y es desde ese vacio lleno de silencios que me llegan tus manos, esas manos eternas que no han muerto, que nunca se perdieron en el olvido, manos que sujetaron las riendas, manos que sujetaron la lanza, manos que sujetaron las mias con la firmeza de saber que siempre volverías.

Y asi fue que debajo de un olivo un anillo colocastes en mi dedo,  la eternidad dijiste, lo que trasciende y no muere, el sostén de las almas a través del tiempo, la mirada profunda de la Madre Telos, su protección y amor.

Cuántos misterios esconden las almas, cuántos dolores y separaciones, cuántos aprendizajes y enseñanzas.

Eternidad dulce compañera, permanece a mi lado, no te alejes de nuevo ni te lleves sus manos.

«Vidas pasadas, 2010»

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